EMDR es un abordaje muy eficaz, rápido y potente con adultos, pero con población infantil es sorprendente.
Sin embargo, no debemos perder de vista que los niños y los jóvenes son piezas de sistemas familiares que funcionan como puzzles bien encajados. Las primeras piezas de esos puzzles son las madres y los padres, a donde se irán ajustando luego hijos e hijas.
Es importante valorar por tanto la conveniencia de trabajar primero con los padres y con las madres porque un trauma sufrido por un niño o niña puede:
- haber afectado también directamente a esos adultos.
- afectar a esos adultos al ver sufrir a su hijo/a.
- reactivar situaciones previas vividas por los adultos.
y cualquiera de esas experiencias vividas por los adultos pueden afectar a sus hijos
- al servirles de modelos de respuesta ante determinadas situaciones
- al proyectar sobre ellos las propias angustias, tristezas, miedos...
Desde ese amor que los padres tienen a sus hijos e hijas algo que conviene plantearnos con paz y confianza es: ¿en qué medida mi trabajo personal puede contribuir a la mejora de mi hijo/a?.