sábado, 17 de agosto de 2013

EMDR y nuestras redes neuronales

Como ocurre con la red del primer plano de la imagen (esas dos bolitas de abajo), cuando una situación nos resulta muy difícil o traumática nuestro sistema de procesamiento la puede dejar encapsulada, aislada, entre nuestras neuronas, sin digerir.

En cada nudo hay una experiencia, un pensamiento, una sensación corporal, una emoción, una imagen, etc., ligadas a otras muchas.

Esa red perturbadora seguirá influyendo en el resto de nosotros sin que necesariamente seamos conscientes, generando eso que llamamos "síntomas": ese enfado permanente, la timidez para establecer nuevas relaciones, los miedos a las situaciones más variadas e inofensivas, esas pesadillas, etc., etc., etc.

Ahí reside una de las razones de por qué el trabajo con niños suele ser más rápido que con adultos: sus redes son mucho más sencillas y limpias.

El trabajo con  EMDR permitiría que nuestro sistema neurológico interconecte esa red perturbadora con las redes positivas que ya tenemos, ayudando a su digestión; esto es, a aprovechar todo el aprendizaje y la experiencia que nos pueda ser útil, y a desechar lo inservible y tóxico.

Todo ello es un proceso natural, innato; EMDR actúa como un catalizador, acelerando, facilitando su trabajo.

 
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