lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Los psicólogos se ponen tristes?

Pues sí, claro...  Somos seres de carne y hueso como los demás humanos...

Por ejemplo:

Cuando un paciente acaba su terapia y se va, empieza uno de los tantos duelos que vivimos en nuestra vida. Para el paciente... y para el profesional.

Recuerdo cuando era "profesor" de Cursos de Animación Sociocultural; a modo de disonancia les decía a los alumnos en la sesión inicial que habían escogido muy mal el trabajo pues estaban condenados al paro. Esto es, les quería transmitir que el Animador Sociocultural debe empeñar todo su esfuerzo en dinamizar una comunidad, y una vez conseguido,... debe retirarse, desaparecer, y dejar que ese grupo siga su propio camino...

Con nosotros, terapeutas, pasa lo mismo. Lo sabemos. Pero a veces hay pacientes que nos lo recuerdan de una forma especial.



Hace un tiempo "dí el alta" a una mujer excepcional, como tantas otras personas que he podido contemplar en mis consultas. Fue un trabajo duro, en el que hubo que reconectar, reprocesar, llorar... para llegar finalmente "al milagro de renacer a una nueva vida" en sus propias palabras.

Llegando ahí, a ese nuevo caminar, ... la despedida... Misión cumplida, misión imposible... Un abrazo. Un objeto transicional. Un adiós... Y llega la nueva paciente... se cierra la puerta.

Escribo ésto en honor a esa mujer, a todas las personas que pasan por nuestras manos, a mi y a todos los que las acompañamos por el camino, a nuestro trabajo.

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